Visitar Islandia es adentrarse en naturaleza agreste, donde el agua, el fuego y el hielo están presentes en variadas formas a lo largo del viaje
La contemplación de toda esa belleza es suficiente motivo para ir allí. Son continuos los ríos caudalosos, las pequeñas cascadas que surgen desde las piedras de cualquier cortado o montaña para verter en el valle, a veces a pocos metros de una casa o una granja solitaria.
Esas cascadas se multiplican en algunas ocasiones para convertirse en apabullantes. Eso ocurre en la de Gulfoss, “cascada Dorada” que puede verter hasta 140 metros cúbicos por segundo, 140.000 litros.
Igualmente impresionantes son las de Skógafoss y Seljalandfoss, de obligada parada por el sur de Islandia.
En mi opinión, junto a la primera citada incluyo a Godafoss, cascada de los Dioses. Se llama así porque al convertirse al cristianismo, los vikingos lanzaban allí las imágenes y símbolos de sus dioses paganos. Hoy se lanzan piragüistas chalados que disfrutan sintiendo como sube la adrenalina al nivel máximo, al caer por el torrente.
El fuego, presente o durmiente, nos acompaña siempre. No olvidamos que en la península de Snaefellsnes está el volcán Snaefelljökull; en él se inspiró Julio Verne para su novela Viaje al Centro de la Tierra. Hoy Volcanes en este momento inactivos, extensos campos de lava, balnearios de aguas termales o campos llenos de fumarolas y geiseres. Lugares hermosos e inquietantes que nos recuerdan donde estamos y que las erupciones son frecuentes. La última el 1 de abril de 2025.
Los glaciares de Islandia ocupan una superficie del 11% del total. Nada menos que 269; el mayor de ellos es el Vatnajökul. Impresionan por su grandeza. Los vemos recorriendo la isla, en la distancia, o de cerca como el de Jölkusarlon, que desemboca en un lago glaciar, Allí es recomendable hacer un recorrido en una de las embarcaciones anfibias para navegar cerca de los icebergs.
Comentarios:
Un comentario en “Islandia II. Agua, fuego y hielo”
Preciosas fotos un sueño