Elechas es una localidad de Marina de Cudeyo, situada entre Gajano y Pedreña. Antaño fue pueblo ganadero, y también de producción pesquera. La Isla de la Hierba, por ejemplo, fue lugar de cultivo de ostras y mejillones hasta 1934.
Hoy es ante todo lugar residencial, con casonas antiguas y otras de nueva construcción. Un paseo antes de la cena nos permite distinguir un urbanismo de calidad, con pequeñas urbanizaciones o casas individuales.
En el centro del pueblo, una plaza tranquila, alejada del bullicio de la carretera regional que va bordeando la costa desde Astillero. En ella están situados dos restaurantes que por visitas anteriores y por las críticas leídas merecen la pena, Casa Colorada y La Madrileña. Y esta noche de julio hemos reservado mesa en este último.
La Madrileña es un establecimiento centenario, antiguo bar-tienda de los que estaban presentes en muchos pueblos de nuestra tierra. Hoy es un bonito restaurante, rehabilitado con buen gusto, y dedicado a la cocina tradicional. Pedro en la cocina y Denssy en la atención al público, ofrecen recetas de siempre, preparadas con acierto y presentadas con agilidad y simpatía.
Podemos hablar de taberna gastro, un concepto actual que aquí cobra todo su sentido. Adelanto que todo nos gustó mucho y que tendremos que volver, porque aquella noche se les había agotado uno de sus platos estrella, los callos a la madrileña, combinación perfecta según los entendidos, de callos, morro, pata con patatas y huevos fritos.
Pedimos una botella de tinto Picos de Cabariezo, Finca Morillas. Un sabroso vino lebaniego de montaña, elaborado con Mencía y un toque de Syrah.

Empezamos la cena con unas croquetas de buey. Cremosas, sabrosísimas. Una delicia para el paladar.

Continuamos con una ensalada de tomate y ventresca de bonito. El tomate perfecto de sazón, cortado en trozos grandes. La ventresca de bonito, también generosa de tamaño. Bien aderezada con AOVE, vinagre y sal. Una noche de verano con tomate maduro de cercanía, y con este aliño tan gustoso, nos acerca a la cena perfecta.

Y seguimos el camino de la perfección con los mejillones en salsa. En la Madrileña los preparan muy bien, con una salsa ligera de tomate un poco picante. No dejamos ni gota, porque hasta el pan estaba fresco y crujiente. Pan y moja.

Después, ante la ausencia de callos, nos trajeron un cachopo para compartir. Confieso que al catarlo, el sincio de callos se nos olvidó. Con su relleno de jamón y queso suave de nata, bien empanado y tierno. Un excelente cachopo.
Para postres pedimos tarta de queso y tocinillo de cielo. Todos los postres vienen acompañados con una bola de helado.
La tarta de queso cremosa y correcta de dulzor. Cuando llega en el plato, y se ve que en la punta la crema se licúa, es un primer indicio de calidad. El segundo paso, la cata, lo certifica. Gran postre.
El tocinillo muy cremoso, con helado de queso. También un postre sobresaliente
Una velada con encanto, sentados en una de las dos terrazas del establecimiento, temperatura agradable para cenar con chaqueta, como es casi obligado en nuestra querida Cantabria.
Cenamos muy rico, hicimos el repaso semanal y nos emplazamos para la siguiente. Que Dios, los dioses y la buena fortuna nos sigan acompañando. ¡Hasta pronto!