Nos gusta el barrio donde se sitúa este restaurante. Ese carácter entre antiguo y moderno, con los paisanos de siempre y los visitantes que nos acercamos de cuando en vez. Bares y bodegas antiguos, junto con restaurantes que gritan modernidad.
Ya conocíamos el Magnolia de alguna ocasión anterior. Nuestra memoria llega a cuando no estaban en la calle Tetuán, sino en la localidad de Suesa, Ribamontán al Mar.
Siempre nos gustó, Su cocina entre tradicional y moderna, un servicio siempre atento y amable, y unos espacios acogedores. Todo ello, tanto en Suesa como ahora, en la calle Tetuán, hace que volvamos con gusto a esta casa.
El Magnolia de hoy, tiene un pequeño bar a la entrada. Desde allí una larga escalera nos da acceso a los dos comedores, previo paso por un patio-jardín donde se nos recuerda que “aquí se cocina”. Mesas bien vestidas, iluminación cálida y sillas cómodas nos dan la bienvenida. Olé!
Esa noche pedimos un Tilenus Las Laderas, vino de la D.O. Bierzo elaborado con uvas Mencía. Viñedos de entre 30 y 60 años de antigüedad, que con la altitud y el carácter de la tierra berciana ayudan a crear un buen vino.
La crianza se lleva a cabo en barricas de roble francés durante un máximo de 12 meses. En Tilenus Las Laderas se nota el varietal, con una discreta presencia de la madera. Un vino moderno y fresco. A todos nos pareció un vino versátil y de fácil maridaje, adecuado para los diferentes platos de la cena.

En cuanto a la cena, empezamos con dos entrantes fríos.
En primer lugar, la Pannacota de espárragos. Un pudding de esa hortaliza con miso y huevas de trucha ahumada. Con una bella presentación, fresquito, ligero y acompañado de láminas de pan carasau, como soporte de cada bocado. Nos gustó. Quizás una mayor presencia del ahumado como contraste… Pero ya digo, sin desmerecer una buena elección por su presencia y sabor.
Después, una ensalada de tomate con stracciatella fresca de vaca, pimientos rojos asados y pesto de avellanas. Los tomates en su mejor momento, el sabor del queso fresco con el pesto, el aove. Rica ensalada y buen pan para hundirlo y empaparlo en el aliño.
De allí pasamos a los platos calientes.
Empezamos con un frito novedoso, la tempura de oreja de cerdo. Buen rebozo, ligero de grasa y un relleno sabroso. Un atrevimiento de bocado para cada uno que mereció la pena.
A continuación, albóndigas de merluza en salsa verde acompañado de arroz. Un clásico de la cocina marinera. Las albóndigas suaves y gustosas, y la salsa estupenda.
Para finalizar la parte principal, las mollejas de ternera con setas y papada ibérica, cocinadas a baja temperatura y acabadas a la plancha. Las mollejas fileteadas, los champiñones demi glacés. Un gran plato. Sobresaliente sin dudar…
De postre pedimos la mousse de yogur con frutas y tarta Tatín de manzana. Un acierto combinar un postre liviano, como es la mousse con mango, con la contundencia dulce de la Tatín acompañada de nata. Ambos dos nos parecieron un buen postre.
Y así culminó la cena de san miércoles en el Magnolia de la calle Tetuán. Entre noticias de diferente pelaje. A veces con pizca de sal y pimienta, en ocasiones dulcificadas, y siempre con el calor de la amistad y el buen vino.