El bonito del norte, uno de nuestros pescados favoritos en el estío santanderino, se ha transformado en Tasca bar. Ha sido de la mano de María Ángeles Calvo, también propietaria de “La Capitana” y de “Casimira, cosas de picar”
Una palabra positiva, ya sea como calificativo o sustantivo. Y de las dos hay en este restaurante. Un cartel nos desea que “nos vaya bonito”, y el nombre del local con el bonito dibujado e impreso, aparece con profusión en la entrada y en el interior.
Solo falta que ese deseo se transforme en realidad durante la cena de este san miércoles. Que el buen trato, una buena cocina y el calor de la amistad nos restrieguen y limpien las impurezas que se van pegando en el día a día sin darnos cuenta. Si es así, saldremos aún mejor que como entramos. Más bonitos.
El local luce nuevo. Se ha inaugurado este verano y como hemos comprobado este miércoles, con gran éxito de público. Tanto la barra, como las mesas altas y bajas, llenas a rebosar y con gente esperando su oportunidad.
Pedimos una mesa baja. Entiendo que las mesas altas son más rentables: ocupan menos espacio, los clientes están menos cómodos y se van antes, con lo que hay más rotación. Pero para salir a cenar, siempre que se pueda, mesas bajas.
La carta es amplia. Tiene apartados con “cosas del mar” “sartenes” variadas con huevos, patatas y pimientos, “ensaladas y vegetales”, “molletes y tostas” y “postres”. La carta de vinos es suficientemente variada para poder elegir.
Esa noche optamos por un blanco de Valdeorras, de la Bodega Pago de los Capellanes, O Luar de Sil. Un Godello fresco, aromático, del que disfrutamos en cada sorbo a lo largo de la cena.
Empezamos por las croquetas de rape y gambón. Muy buenas, con los sabores del mar bien presentes, perfectamente rebozadas y fritas.
Continuamos con una parrillada de verduras muy bien aderezadas con la sal, AOVE y vinagre. Las hortalizas como nos gustan, poco hechas, y la salsita que quedaba de fondo, imperdonable.
Después del paréntesis vegetal, vuelta a una elaboración con pescado: Tortilla de bacalao. Muy jugosa, con buen punto de sal. La verdad es que el bacalao desmigado con el huevo batido, la cebollita pochada, el perejil, y una mano sabia con la sartén, hacen un plato rico, rico. Y en “El Bonito” lo supieron hacer.
Y como no, había que hacer los honores al local donde cenábamos. Y terminamos la parte salada con sus albóndigas de bonito. Jugosas, una salsa de tomate con mucho fundamento, y acompañadas de patatas y pimientos fritos. Un acierto pleno.
Para los postres, tarta de queso y helado de chocolate negro con fresas. La tarta bien, cumplió. El helado de chocolate negro y fresas, sobresaliente, muy bueno.
No me olvido del servicio. Amable y con ganas de agradar. Ayudaron con eficacia a que la cena fuera exitosa.
Acabo expresando el resultado de un deseo que enunciaba al principio. Que bien cuando todo acompaña: Un local mimado, un buen servicio, una rica cena y la compañía de amigos valiosos. Sin duda, esa noche salimos con una sonrisa dibujada. Y eso, queridos lectores, siempre, siempre nos hace más bonitos.
Comentarios:
2 comentarios en “Tasca Bar El Bonito”
Descripción literaria y literal de este nuevo restaurante
Invita a disfrutarlo
Te animo a visitarlo. Te gustará